¿Os acordáis cuando éramos jóvenes y en las huelgas generales se paralizaba todo? Todo. Tiendas, medios de transporte, televisiones y demás medios de comunicación, empresas, colegios. Absolutamente todo.
Recuerdo con mucha nostalgia aquellas huelgas generales en las que venías a la empresa y decías con la cabeza muy alta: yo hoy no trabajo, estoy en huelga. Y salías por la puerta con el resto de valientes que como tú, se unían a la causa. Y juntos y juntas, nos íbamos a la manifestación que toda huelga general conllevaba. Ríos de gente, trabajadores y trabajadoras pero también personas mayores o incluso niños y niñas que se sumaban a esa fiesta reivindicativa que todos sabíamos que iba en beneficio de la colectividad.
Y hoy no puedo más que sentir tristeza por la individualización (¿existe la palabra?) de esta sociedad a la que sólo le importa su puñetero culo. Y no puedo evitar sentir vergüenza por ello. Pienso en todos y todas los que antes de nosotros estuvieron reivindicando los derechos que hoy tenemos. Los que en condiciones laborales infinitamente peores que las nuestras, lo hicieron posible.
Y para muestra, un botón: Los sindicatos anuncian nuevas movilizaciones para que Gobierno y empresas “muevan ficha”. ¿Vais a ir?
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