Días de auténtico bochorno. Una ola de calor, dicen. La temperatura sube y sube y nuestros cuerpos languidecen y se derriten ante el mercurio que no miente. Sofocante. Ahogante. Inaguantable. Noches en vela de vueltas y más vueltas en la cama con el único objetivo de encontrar la posición que permita absorver ese hilo de airecillo que entra tímido por la ventana. Al desnudo, completamente en cueros.
ÓXI
De la misma forma, la Unión Europea se abochorna. Grecia la ha puesto en un aprieto nunca visto antes y Merkel y Hollande reaccionan como pueden ante un imprevisto de lo más imprevisible. El pueblo, sumido en el miedo y sin un euro que echarse a la boca, dominado por el terror que infunden los bancos y con un presidente echándole un pulso al mundo, ha decidido permanecer unido.
Orgullo por un pueblo que defiende su libertad de forma pacífica, democrática y unida.
Sorpresa, hay otro modo de hacer las cosas.
Incertidumbre, veremos como acontecen los hechos. No las tengo todas, sinceramente.
Y aquí, el calor sigue siendo sofocante, en todos los sentidos.
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