Mi cabeza, un puzzle

Tengo tantísimas cosas en la cabeza que no tengo capacidad de ponerme nerviosa. Ahora ya sólo quedan 3 días y la verdad es que, a pesar de haber oído un millón de veces ( y no creo que exagere demasiado) ese: ¿estás nerviosa? no lo estoy.

Estamos bien organizados, cada uno sabe lo que tiene que hacer, cómo y cuando. Hay que recoger los detalles, las flores, el vestido y el traje, los detalles de agradecimiento a los invitados, están cerradas las mesas y todo el mundo perfectamente colocado, pagado el convite y distribuidas las responsabilidades entre ese magnífico y eficiente elenco de personas que tenemos alrededor y que permiten que esta boda sea posible. De otra forma, fuere inconcebible.

Cómo todo, la vida es todo lo complicada que uno desee, y lo dice una que tiende a complicársela en exceso. Y para esto no quiero, no quiero complicarla más. Me voy a casar y quiero disfrutar del día. Para ello hemos tenido que dedicar horas de organización y repartimiento de tareas, que aunque parezca mentira, si te organizas bien, terminan cabiendo en nuestras apretadas agendas.

Cuando pase el día y vuelva de viaje, prometo no hablar más de la boda, que aunque en mi vida diaria no lo hago apenas, en este blog, me estoy pasando.