Ya he hablado varias veces en este blog del tema de la pornografía infantil y la pederastia pero es que es algo que verdaderamente me supera. Hoy hemos conocido la noticia del desmantelamiento de una red de medio centenar de personas que traficaba por Internet con menores.
Se trata de jubilados, universitarios, profesores de instituto, policías locales, arquitectos, administrativos y padres de familia de varias comunidades autónomas que poseían millones de fotografías y vídeos de menores.
Lo que está claro es que la enfermedad y locura que estos individuos padecen no entiende de capas sociales, estudios o nivel adquisitivo. Cuando uno piensa en alguien que disfruta viendo niños practicar sexo o en conductas sexuales, sin querer, piensa en un ser mezquino, atormentado por la vida, solitario, asocial y retorcido. Sin querer se deja llevar por los estereotipos que nuestra sociedad nos impone y nos conducen a pensar que dichos personajes, casi lo llevan escrito en la cara. Pero no, parece que son gente normal, con familias, buenos empleos, parados, estudiantes y jubilados. Nadie escapa a la atrocidad de hacer padecer a los niños.
Cuando pienso en esas criaturas se me ocurren un montón de barbaridades para practicar con sus abusadores. Pero resulta que me creo mucho lo de los derechos humanos, hasta para estos enfermos. De hecho, suerte tienen que la mayoría de la gente piense como yo.
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