martes, 2 de octubre de 2007

Flamenco y Yoga

Como todos han hecho sus vacaciones en agosto ya hace mucho que se han incorporado a sus rutinas, pero yo, al llegar ahora, parece que estoy haciendo la vuelta al cole retrasada. Y por ello, me he hecho los propósitos que todos nos hacemos al iniciar el curso, el año, etc.

Voy a hacer yoga y flamenco.

El yoga es una cuestión terapéutica, necesito tomar lo que me viene de forma más pausada y sin interiorizar en exceso, por ello creo que las técnicas de relajación me ayudarán a controlar mi interior. Ayer empecé y cierto es que iba con un pelín de reticencias y he de decir que conseguí relajarme por completo. Durante una hora me concentré en la música, el olor a incienso, las campanas que de vez en cuendo te transportaban al lejano oriente y los movimiento de mi cuerpo, las posiciones, los puntos de apoyo. Aprendí a sentir de forma independiente cada miembro de mi cuerpo, cada zona, cada punto. Y me relajé, mucho.

El flamenco es más bien un regalo. Lo hicimos todas las mujeres del gobierno (nos falta una que está cerca del convencimiento), algunas ex y unas pocas amigas. Fue divertido, ridículo, apasionante, desestresante. Nos fuimos a hacer unos pinchos al Sagardi y después todas con nuestros "vestidos y atuendos" cap a la Águeda. Ella, tan dulce, siempre diciendo que lo hacíamos muy bien, que lo habíamos pillado a la primera, que aprenderíamos mucho y rápido. Por lo pronto todas nos hemos comprado nuestros zapatos de bailar flamenco, que parece que eso ayuda.

Y claro, nos hemos fijado un objetivo: poder bailar en la fiesta del 28 de febrero. La verdad es que no sé si para entonces chapurrearemos algo, pero se intentará.

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